Monday, April 11, 2011

El Chile que nunca existió

De ellos no se habla


En el (nuevo) altar reluce
el rojo de un Ferrari
a cuya adoración se suman por miles
los mortales endeudados
con deudas imposibles de pagar de cualquier manera:
ese sueño de clase media, a medias
-una tele de plasma, un celular
la acumulación de bienes que no se traduce
necesariamente
en bienestar.
Sólo algún lector trasnochado
entra a alguna librería
trastornado acaso por el vino en exceso,
el sexo en exceso
la nostalgia en exceso
se detiene frente a los estantes
y piensa momentaneamente en ellos
¿cuántos eran, amor?
¿tres mil, cuatro mil?
mientras hojea un libro sobre lo que pudo ser
el socialismo chileno.
De ellos no se habla.
Sería restarle importancia a estas navidades
en las que todos
compulsivamente
se sienten obligados a comprar regalos
no importa si útiles
si necesarios
si deseados,
regalos que con suerte
volverán a ser regalados el próximo año
o el otro
cuando tampoco estemos hablando de ellos.

Santiago de Chile. Dec 20, 2010.

Friday, July 16, 2010

Al partir

La conciencia
de hacer ciertas cosas
por última vez:
estos pasos sobre este camino
descubrir un ángulo de la luz
al cruzar el follaje
el olor del césped recién cortado
a esta hora.
Despertar en otra ciudad, a otra vida.
Descubrir todo de nuevo:
volver a nombrar las mismas cosas

Thursday, January 29, 2009

Julio funesto. Año 2000


¿Dónde estás, Yeli?
¿A qué juego juegas ahora,
pequeña tramposa,
que te escondes y no te encuentro
ni en los escaparates
ni debajo de las camas?
Y estos libros a medio leer
y estos mis doce abrazos huérfanos
y las palabras que todavía
no has oído…
¿dónde las guardo, hermana,
cómo las salvo del dolor
mientras regresas?
Ven,
aquí hay una sonrisa esperando por ti,
hay todas las deudas de amor por saldar.
Ven,
hasta este refugio donde te he esperado siempre,
hasta este rincón
donde no sé ser sin ti.

Julio funesto. Año 2000.

Wednesday, April 02, 2008

El espejo infinito


Miro mi mano
pero no veo un anillo de ámbar y plata:
veo el momento en que,
en una tarde montañosa y de lluvia
regateé un precio por él.
Veo a un señor que apenas
habla español, que apenas me entiende,
tratando de vender y de razonar conmigo
sobre un precio justo para él,
atractivo para mí.
Veo un paisaje desconocido hasta entonces,
olvidado casi ahora.
Me veo a mí misma
pensando en las propiedades curativas
del ámbar,
en la simpleza y elegancia de la plata,
en los que, bajo tierra,
ganan unos centavos para
que yo,
en este minuto,
tenga un anillo en mi mano.
Otros verán mis palabras,
tal vez la mano, el anillo.
Me verán escribiendo este poema
desde el que los veo leyéndome.
Otros verán lo que he visto
pero el espejo no refleja nunca
la realidad.

Monday, March 24, 2008



Puedo recordar el preciso momento en que escribí esto. Fue en una pequeña aldea llamada Xaibé, en Corozal, Belice, donde por entonces Ken y yo nos dedicábamos a no dejar morir la tienda de abarrotes de su padre. Era un sitio bello, pero siempre sentí mucho miedo en aquel pueblito perdido en medio del campo, donde la mayoría de la gente hablaba en un idioma tan ajeno para mí como el maya, y donde todos me miraban con recelo y me decían "la gringa", cosa que por demás, me super ofendía.

Esta foto no es de Xaibé, sino de Corozal -de Xaibé no encontré ninguna en google!.

Roshan Billimoria, a quien está dedicado este poema, fue una de las personas más importantes para mí durante mi paso por Belice.





A Roshan.

La verdad no estaba
en los siete años de desgracias
que pronosticó el espejo roto,
ni en el gato negro cruzando el camino
a primera hora de la mañana.
La verdad era más
que un montón de cartas leídas
cualquier día sin memorias,
con vaticinios de alegrías y amores sin fin.
No era ningún oráculo predecible,
ni las flores marchitas
en todos los otoños grises
del árbol cansado del patio.
La verdad no cabía
en la orfandad de los rostros sin expresión
de los maniquíes andantes.
Tampoco fue cierta la soledad hereje
insalvable
que condena al desamparo eterno.
La verdad solo era
la hoja de la ceiba flotando
descuidada
en las olas de un mar lejano.

Wednesday, February 13, 2008

Un viejo poema

Este que transcribo ahora es un poema antiguo, tiene 14 años de escrito. Me pareció y me sigue pareciendo un buen poema. Es, además, un poema muy significativo para mí por dos razones fundamentales: las circunstancias en que fue escrito y la persona para la cual fue escrito. Fue publicado en la Revista del Vigía en el año 2000, si la memoria no me falla -lamentablemente, no tengo copia de esa revista-.


Para Orlando, guerrero del absurdo.


El hombre regresó de la guerra,
despedazado,
envejecida su carne,
marchita su mirada.
Regresó sin victorias,
sin nada que contar.
Llegó y dijo:
“Mujer, he llegado.
La guerra es aburrida.”
Y la mujer,
que lo esperaba ferozmente
desde siglos atrás,
guerreando sola contra el olvido
la ausencia y las tardes solitarias,
se sentó a su lado,
miró sus ojos derrotados
y secó la frente del hombre con su mano fría,
sin un reproche
sin una queja.

Monday, February 11, 2008

Y cómo pasa el tiempo...

que de pronto son años, sin pasar tú por mí, detenida.
Te doy una canción...

En fin, que hace siglos creé este blog, de repente lo olvidé, así como olvida uno pequeñas cosas cotidianas.

No sé desde cuándo escribo. Tampoco sé para qué o para quién escribo. Quizás nunca me lo he tomado muy en serio, quizás siempre he sentido vergüenza de lo que escribo. Lo primero que recuerdo es un "poema" que me publicaron cuando tenía como nueve o diez años, en una revista llamada La tórtola. El poema se llama "Mi muñeca Teté", y aún recuerdo varias estrofas. Esa revista debe existir, si no ha tomado un destino menos digno que el olvido. Se quedó en Chetumal, ahí en el mismo lugar donde se quedaron tantos recuerdos y cosas materiales, al parecer irrecuperables ahora. No sé si inexistentes ya.

Pero bueno, aquí iré publicando algunos poemas o intentos de poemas.


Ritual del fuego

I

Las propiedades de la combustión

Las palabras
una vez quemadas
no vuelven a arder.

Quemar las palabras
pero no la voz.


II

La palabra humo

El rito ancestral del fuego:
quemar las palabras
verlas caer
en cenizas
cubriendo todo
la palabra vacía
esparcida rota
Quemar las palabras
como escribir un poema.

III

Las propiedades del fuego

Una chispa una luz
un brazo que se extiende
abraza posee
no perdona no cede no cesa
un movimiento incontrolable
calor vida muerte
una llama que se apaga
lentamente
con voluntad propia





IV

El poema fuego

Escribir un poema como encender
una vela
el olor del pabilo quemado atrae
no se puede descifrar el significado
El fuego gasta la cera
como el poema gasta las palabras
en cualquier caso
es imposible entender
La palabra quema
el fuego sin metáfora

V

El fuego no purifica

Ella no conocía las propiedades del fuego
Cocinar durante 20 años no le había dado ninguna pista
Cada día el mismo ritual:
Poner un poco de alcohol en el fogón Pike
Esperar el tiempo prudente para que la luz brillante se caliente y encienda
Abrir la llave prender un fósforo
Colocar el caldero a la candela
revolver esperar
El llegaría en cualquier momento
Y en ese momento la comida estaría lista
La espera es muy larga
Ella no tiene tanta paciencia
Hay tantas cosas desconocidas
Y tanto miedo a la soledad.
El ha demorado más de la cuenta
No sabe que la pasión quema
Al regresar
Solo encuentra un cuerpo en llamas
Banquete del fuego.

El papel arde con facilidad
la carne no.





VI

Palabra entre cenizas

La palabra persiste terca
entre las cenizas
resiste al fuego
mantiene su dignidad de palabra escrita
incólume indómita independiente
a través del humo del olor a papel quemado
se asoma.
Basta tocarla suavemente
y desaparece.


VII

Finalmente nos libramos de las termitas

De la casa quedó poco
una estufa una manguera
25 años hechos cenizas
Nuestra recámara estaba aquí
y el segundo piso es ahora el primero
en los últimos 10 años
no hicimos grandes modificaciones
pero la guerra contra las termitas
era cosa de cada verano.
Cariño, ¿me pasas los fósforos?

VIII

Poema entre escombros

Después del fuego
las cenizas.
Escarbar entre los escombros:
si algo queda
entonces el poema